Durante los primeros días de la independencia, el Gobierno realizaba los trabajos de carácter oficial y legislativo con imprentas improvisadas y deficientes. En 1812, se adquirieron de Estados Unidos dos imprentas, una destinada a “La Imprenta del Estado”, que después de la Batalla de Boyacá se llamaría “Imprenta del Gobierno”, mientras que la segunda iría para la imprenta “El Sol”, que tiempo después pasaría a ser propiedad de Francisco José de Caldas, prócer de la independencia de Colombia.

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Hasta el 18 de mayo de 1894 fue que el Gobierno contó con una imprenta oficial, cuando en la presidencia de Miguel Antonio Caro se adquirió la imprenta “Echavarría Hermanos”, que en ese entonces era la mejor imprenta de Bogotá. En las instalaciones en las que se ubicó esta imprenta se organizó definitivamente la Imprenta Nacional de Colombia.

Cada paso es un salto al futuro

Una de las transformaciones más importantes para configurar la estructura y dotación de la Imprenta Nacional se debe a los decretos emitidos por el Gobierno en abril y junio de 1952. En virtud de esos decretos se fusionaron cinco imprentas, estas son la Imprenta Nacional, la Imprenta del Ministerio de Educación Nacional, la imprenta de la Contraloría General de La República, la Imprenta de la Universidad Nacional y la imprenta de los Ferrocarriles Nacionales.”